—¿Me has traído lo que te pedí?
—No, no pude.
—¿Entonces por qué dijiste que lo harías?

Esta escena me enciende. Porque no es solo la falta de acción, es la falta de coherencia. Me prometes algo, me ilusiono… y luego, ¡boom! No cumples. Y no porque algo grave haya pasado, sino porque «no tuviste tiempo».
Perdona que te diga, pero eso de no tener tiempo no existe… a menos que te mueras. Y si me estás hablando, pues… no estás muerto. Entonces ¿qué falló?
La verdad incómoda: no fue falta de tiempo, fue falta de prioridad
Cuando dices que no tuviste tiempo, en realidad estás diciendo: “Hubo otras cosas que me parecieron más importantes.”
Y está bien, oye. Pero dímelo así. Porque al final, esto va de prioridades, no de relojes .
Mi análisis personal
- Yo quiero hacer «X» cosa.
- Pero luego hago «Y».
- Por lo tanto, no fue falta de tiempo. Fue que preferí la «Y» a la «X».
Y así de simple. Por eso me molesta. Porque esa frase ambigua de «no tuve tiempo» maquilla la verdad. Y cuando eso pasa, me cuesta confiar otra vez.
¿Y si no era importante para ti?
Si te comprometiste a hacer algo y luego no lo hiciste porque no lo considerabas importante…
Por favor: no prometas.
Y si te diste cuenta de que no lo ibas a hacer: dilo con honestidad, dilo con respeto.
Así no hay sorpresas.
Así no se genera decepción.
Entonces… ¿qué son las prioridades?
Para mí, una prioridad es eso que haces incluso si el mundo se cae a pedazos.
Es aquello que defiendes con tu energía, tu tiempo y tus decisiones. Es lo que realmente valoras.
Por eso digo que tener claras tus prioridades:
Te da rumbo.
Te ahorra estrés.
Te permite decir NO sin ofender.
Lo confieso: tengo un enfado crónico
No sé por qué. Pero lo noto. Me enfado fácil cuando alguien incumple, cuando alguien suelta excusas, cuando siento que no me escuchan. Y lo digo sin vergüenza.
Chillar también es comunicación.
Y a veces escribir esto me ayuda a no gritar por fuera lo que estoy gritando por dentro.
Un aviso sobre las ofensas
Cuando te ofendes, te cierras.
Y cuando estás cerrado, ni escuchas ni aprendes.
Peor aún: te puedes precipitar, tomar malas decisiones, actuar desde el impulso.
Vale, igual no le pegas un tiro a nadie como en las pelis (que sí, me encantan las pelis de acción inteligentes )…
Pero metes la pata. Y luego lo lamentas.
Me siento juzgado. Bastante.
No lo digo para dar pena, lo digo porque también me pasa a mí.
Y a veces, cuando te sientes juzgado, te da miedo ser sincero.
Pero yo prefiero que alguien me diga:
“No lo hice porque no lo prioricé”,
antes que
“No tuve tiempo”.
¿Te pasa a ti también?
Si tú también te has sentido así, si tienes algo que añadir (aunque sea todo lo contrario), déjamelo en los comentarios.
Y si eres psicólogo/a y me quieres echar un cable… ¡ya sabes!
Gracias por leer hasta aquí.
Y si vas a comprometerte a algo hoy, que sea solo si lo vas a priorizar.
Porque más vale un NO honesto, que un “sí” que nunca llega.
¡Hasta la próxima, y que tengas un día de prioridades claras!